02 março 2006

Queria dedicar este poema aos que amam, aos que uma vez amaram na vida, aos que tiveram a sorte de saber-se inteiros, aos que se sabem assim... aos que viveram ou vivem a magia da união dos corpos e das almas, aos que sentem ou sentiram prazer com um toque, um olhar, uma palavra, um poema ... aos que tem sonhos, desejos, aos que tem esperança sobretudo, aos que acreditam em si e nos outros, aos que acreditam na terra, na vida, e aos que não se deixaram, não se deixam e não se deixarão endurecer!


Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día.
Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia.
Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo.Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?

Jaime Sabines

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